La Comunicación
Se supone que el comunicarse es una acción sencilla, aprendida casi de modo inconsciente en nuestra infancia, juntamente con la adquisición de las palabras y la ejercitación de nuestro lenguaje para emitir mensajes, en primera instancia dando a conocer nuestras necesidades, nuestro pensar y sentir, incorporándonos de a poco al mundo para, luego, poder acceder al entendimiento de las necesidades y deseos que no nos son propios; iniciando así nuestro desarrollo como seres sociales y sensibles.
Seguramente maduramos, pero ahí puede surgir un dilema. Al integrarnos a la sociedad priorizamos los derechos a los deberes, juzgamos sin incluirnos, criticamos la discriminación pero nos apartamos para dar nuestra opinión, la mayoría de las veces, de forma pasiva y absolutamente desde el afuera.
¿Cómo funciona entonces la comunicación? Pareciera que solo nosotros sabemos decodificar los mensajes para llegar al punto exacto y verdadero (además de único) de cada situación. Así el comunicar se transforma en criticar, juzgar – en el mejor de los casos en un mero acto de informar.
Es indudable que ninguna de estas acciones, por sí solas son reprobables, pero lo que en estos tiempos resulta preocupante es que se deje de lado el aspecto fundamental de la comunicación, su objetivo: la comprensión.
La existencia de las fronteras ha determinado los diversos idiomas, no evaluamos acá la conveniencia de esas delimitaciones sino que rescatamos la necesidad de un lenguaje común para poderse entender. De eso se trata, de asumir que mientras no busquemos comunicarnos queriendo conocer los códigos de cada individualidad no podremos llegar a entender y mucho menos a respetar la suma de esas individualidades: la sociedad.
En este mundo globalizado se ha instalado la modalidad de requerir procesos cada vez más veloces para obtener resultados que mayoritariamente llevan el germen de lo descartable, también en lo que a comunicación se refiere. Ya no hay tiempo para la charla en familia, los amigos se comunican breve y rápidamente a través de las distintas opciones tecnológicas. La cibernética dejó de ser futuro, pero justamente por eso deberemos rescatar la escencia de la comunicación, el valor de unirnos en lo común para entonces, entendiéndonos, formar las redes que tanto se mencionan en la actualidad.
Sólo esforzándonos por comprender el mensaje que cada uno comunica podremos arribar a la unión, a pesar de criterios diferentes, reconociendo las diversidades se engendra el respeto, a éste le sigue la paz y solo en ella surge el verdadero amor.
Diana Alvarez